De nudismo y otras yerbas…

En el post anterior contamos un poco nuestra experiencia, algo fallida, de pedalear sobre la Eurovelo 6 (Eurovelo: rutas que unen países europeos donde únicamente pueden transitar bicicletas). Ahora nos toca contar la parte 2: la revancha.
Después de un mes de calor asfixiante en Marsella, algo inusual por lo que nos contaron, decidimos salir a las rutas nuevamente. Habíamos planificado un viaje de 10-12 días sobre el canal du Midi y sobre el Canal del río Garonne, dichos canales unen el Atlántico con el Mediterráneo atravesando Francia de este a oeste, para terminar en Bordeaux, donde íbamos a trabajar en los viñedos. Pero el sur de Francia es tan lindo y la gente tan amable que decidimos prolongarlo un tiempo más (nada tiene que ver con los 60-70 km que nos habíamos propuesto hacer por día!).

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El canal en sí es una obra de ingeniería impresionante. Fue construido durante 15 años por 10.000 obreros e inaugurado en el año 1681.

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Durante el trayecto hicimos un poco de camping libre, otro poco de camping pago y por último, dado que los recursos escaseaban, empezamos a vivir la vida del rata!
Todo empezó el día que llegábamos a Roubia, pueblito de unos 500 habitantes, en busca de papel higiénico. En ese momento aparecen Miguel y Cristina a quienes preguntamos donde podríamos encontrar un mercado, ellos nos contestan que son las 8 de la noche y que en ese lugar no había nada abierto tan tarde. Pero nos escuchan extranjeros e igualmente intentan ayudarnos: -¿qué necesitan chicos?, a lo que Bruno me mira notablemente nervioso con cara de ¡¿qué le digo?! -¡SHAMPOO!! por supuesto… Muy copado Miguel nos invita a su casa y nos regala un shampoo. Además al enterarse que estábamos por hacer camping libre nos termina ofreciendo acampar en su patio. Pero el mayor gesto lo tiene Cristina, que encima de prepararnos un super desayuno al día siguiente, nos arma una bolsita con el «pic-nic» para el día de pedaleada. Unos genios!!
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Para el final del viaje habíamos acampado en un establo, en la casa de una artista plástica y en varios campings municipales, que, al no haber registro de entrada o salida, podíamos irnos sin pagar nada. Por último, no podemos dejar de mencionar la frutilla del postre que fue nuestra estadía en un camping naturista, al que caímos sin muchas chances de elección, con una lluvia inminente pisándonos los talones. Igualmente pudimos disfrutar de un gracioso momento kodak: un fogón rodeado de señores y señoras panzonas totalmente desnudos. Y luego tuvimos que vencer la vergüenza de acercarnos a los lavaplatos compartiendo el escenario de limpieza con nudistas fregando al lado tuyo (ni hablar de las duchas sin paredes!).

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El canal es hermoso, sobre todo los últimos tramos antes de llegar a Bordeaux, que son 30 kms en bajada cruzando campos llenos de viñas. Realmente les recomendamos hacer el trayecto, vale mucho la pena y es apto para todos los bolsillos. Existen numerosas posibilidades de alojamiento, que van desde lujosas casas de campo donde pasar la noche, hasta nuestros queridos campings.
El canal también está lleno de restaurants y barcitos donde llenar la panza (algo que nunca va a faltar en Francia son lugares donde comer). Aunque también siempre está la posibilidad de viajar con un set de cocinita y ollitas y procurarse uno mismo su propio alimento.

Esperamos disfruten leyendo nuestras aventuras así como nosotros disfrutamos escribiéndolas. Un saludo grande desde el otro lado de la pantalla.

Nos despedimos con esta imagen representativa de nuestros días en Marseille, bisous bisous!

Señor disfrutando de las playas al natural!

Señor disfrutando de las playas al natural!